Anatomía del Hurón

La anatomía del hurón no suele ser objeto de estudio por los aficionados a la especie, pero a la hora de resolver algunos incidentes puede venir bien conocer los parámetros más básicos.

Los hurones tienen una vejiga muy pequeña en la que apenas caben diez mililitros. El pulmón izquierdo se divide en dos lóbulos, mientras que el derecho tiene cuatro lóbulos.

Las glándulas perianales se componen de dos grupos que desembocan en un saco que se abre al recto. Estas glándulas producen una sustancia que descargan en época de celo o cuando se sienten amenazados. Es un fluido aceitoso con olor almizclado. Aunque se extirpen en una operación, siempre tendrán un olor desprendido por las glándulas sebáceas de la piel que solo podrá ser neutralizado con productos especiales.

Hay, básicamente, tres tipos de conformaciones en la estructura de los hurones y las principales diferencias están en las líneas de sangre de las que proceden. Cada formación ha sido mejorada con el paso de los años y cada vez las diferencias son mayores y las variedades más pulcras. El primer formato es el estándar, que se caracteriza por tener un tamaño mediano, con una estructura ósea regular y una musculatura bien desarrollada. Los Bulldog, sin embargo, tienen un tamaño superior y sus huesos son más densos, con una musculatura fuerte especialmente en la zona del cuello. Tienen, además, la espalda más ancha y corta. Por último están los hurones Whippet, que se caracterizan por ser muy largos de cuerpo, con los huesos ligeros y los músculos menos desarrollados y compactos. La anatomía del hurón puede variar según la línea a la que pertenezcan, pero los parámetros orgánicos internos son prácticamente iguales. La principal diferencia entre unos y otros es el desarrollo o la flacidez de distintos músculos estratégicos que cambian notoriamente la apariencia.