Cuando se tiene una mascota, se suele optar entre un gato o un perro normalmente, pero hay que tener en cuenta que son muy diferentes y que, por mucha gracia que te haga uno u otro, no tienen porque ser el tipo de animal doméstico que necesitas en tu casa.
Descubre cuáles son las principales diferencias entre ambos y de este modo podrás elegir cuál es el más idóneo para ti.
Dependencia: Un gato puede estar mucho tiempo solo y no sentirse agobiado, a fin de cuentas cuando llegan a una nueva casa la toman como su territorio, importándole bien poco quien viva en ella, y podrían estar solos hasta tres días si se les deja la comida y agua necesarias. En el caso de un perro ocurre al contrario, son mucho más dependientes y precisan de una atención constante, por lo que al estar solos mucho tiempo se agobian y angustian, lo que les produce mucha ansiedad.
Higiene: Tanto gatos como perros pueden bañarse en agua, de hecho el mito de que los gatos le tienen miedo al agua es en realidad falso. Sin embargo, mientras que a los perros hay que bañarlos cada dos o tres meses, un gato se baña y limpia solo usando su lengua, por lo que no necesita un baño menos a menudo.
Domesticación diferente: Al contrario que un perro, un gato es bastante más complicado de domesticar, porque para ellos el dueño no es más que un añadido en su vida diaria y muy rara vez obedecerá una orden. Sin embargo, no es imposible de conseguir con la paciencia y el tiempo necesarios.
Afectividad: Mientras que un perro buscará en todo momento tu cariño y atención, los momentos en los que un gato quiere que lo acaricies es algo selectivo, siendo él quien elige cuando y como puedes tocarlo.
Territoriales: A no ser que haya más de un perro en casa, es raro que marquen un territorio como suyo, mientras que los gatos son bastante distintos y siempre buscan tener un lugar “propio” en la casa en el que no quiere que nadie se acerque.
Vigilante: Algo que caracteriza a los gatos es que siempre se sitúan en lugares altos. ¿Por qué? Pues porque de este modo pueden ver que ocurre a su alrededor y vigilarlo todo. Los perros también suelen estar atentos a lo que ocurre a su alrededor, pero con menos insistencia que los felinos.
Juguetones: Los perros son mucho más juguetones que los gatos. Un perro buscará su juguete y te lo llevará para que juegues con él. En el caso de los gatos, tendrás que provocarlos con algún juguete para que decidan ir a por él o acercarse contigo a jugar. Pero en ocasiones pasarán de ti y no te harán caso.
Paseo: Tanto perros como gatos pueden pasear por las calles, pero la predisposición es únicamente sacar al perro, pues precisa de más ejercicio para mantenerse en forma, mientras que el gato no es así.
Protectores: Un perro siempre protegerá a su dueño y velará por él, aunque este sea muy malo con su mascota. En cambio, un gato solo atacará si piensa que su territorio está siendo invadido, no importándole si se trata de su dueño o un desconocido.
Obediencia: Cuando tu mascota hace algo mal, si a un perro le riñes, notará tu cambio de humor, ante lo que bajará la cabeza y esconderá el rabo. Pero el gato apenas se inmutará, de hecho es posible que te ignore o bostece, porque como para él no eres más que un siervo, no considerará importante lo que le digas.